Vicente López-Tofiño

La mirada limpia de un fotógrafo ejemplar

Vicente López-Tofiño (Cuenca, 1949) es hoy uno de los fotógrafos españoles más apreciados y queridos por sus compañeros de oficio. Tofiño atesora cuatro virtudes esenciales para realizar su trabajo: un profundo dominio de la técnica, una portentosa intuición, una mirada limpia y un innato talento para fijar el mundo que le rodea la memoria eterna de la cámara.

Habitualmente en soledad y con la cámara siempre alerta, ha realizado en los últimos cuarenta años cientos de fotografías extraordinarias y profundamente humanas.

En su trabajo sólo le guía el propósito de captar honestamente la realidad, de componer un archivo iconográfico sobre la vida del hombre y de los lugares en que habita, desde su Cuenca natal, hasta los más alejados países que ha visitado, aunque es al abrigo de lo cercano donde ha realizado sus fotografías mejores.

Cuando trabaja, no abandona nunca el ámbito de la verdad. Sabe que en la realidad se contiene todo y que sólo es necesaria la pasión, el instinto y el talento para descubrirla. Y tiene por cierto que un buen fotógrafo siempre es capaz de hallar la belleza en los rincones más humildes de la realidad. “Los fotógrafos verdaderos como Tofiño, -ha escrito Antonio Soler-, no solo detienen el mundo y nos legan una instantánea perdurable de ese mundo, sino que nos lo amplían, nos descubren una nueva dimensión, algo que para el resto había pasado inadvertido hasta que él lo interpreta y lo expresa”. Así ha sido capaz de reinventar su propio mundo, para preservarlo de los ultrajes del olvido.

Tofiño ha cultivado todos los géneros, desde el retrato de estudio hasta la fotografía industrial, aunque su trabajo mejor lo ha realizado en el campo del reportaje. La fotografía, más que un oficio, es para él una forma de vivir, de estar en el mundo. Así ha ido reuniendo un extraordinario mosaico de imágenes de las fiestas, los duelos, los quebrantos, las celebraciones y las formas de vida y muerte de las gentes humildes.

Tofiño observa el mundo con una mirada atenta, dotado de una destreza y una enorme capacidad para comunicarse con las gentes que ha ido encontrando en sus largos periplos profesionales. Nadie como él para acercarse a sus modelos, a los que trata siempre con profundo respeto y cercanía. Trabajador infatigable, a estas alturas de su vida, ya sabe que una obra ejemplar no se construye a golpe de intuiciones geniales, sino gracias a la prolongada tarea de todos los días.

Tofiño ha publicado sus fotografías en algunas de las más importantes publicaciones españolas, como como Triunfo, Gazeta Ilustrada, Interviú y El País. Asimismo, ha sido profesor y ha impartido decenas de cursos y talleres en escuelas de fotografía y agrupaciones fotográficas de toda España. De él ya se conocen muchas de sus imágenes, que ha hecho públicas en libros y exposiciones personales como Cuenca en la mirada (2016) y otros proyectos colectivos como Un siglo en la vida de España (2000), Retratos de Familia (2005), Mediterráneo (2013) y El alma de Cervantes (2016), junto a grandes maestros como Ramón Masats, Castro Prieto, Cristina García Rodero, Alberto García-Alix, César Lucas e Isabel Muñoz.

Su trabajo mejor, el más ambicioso y personal, es el realizado entre las personas de su cercanía personal y afectiva. En él ha invertido años con el propósito de recoger un documento de la vida de las clases populares españolas y de su larga lucha por alcanzar sus derechos, desde los años de plomo del tardofranquismo hasta hoy mismo. Un trabajo estimable, que por sí solo lo acredita como uno de los más grandes reporteros españoles de su generación.